Debate (cambiar)

Debate (cambiar)

  • Posted by Sara Martínez
  • On 09/12/2021
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Y otra vez estamos, señoras y señores y viceversa, sumergidos en la polémica.

Alguien ha vuelto a agitar el avispero de la educación y aquí nos encontramos, augurando de nuevo un futuro espantoso para las generaciones venideras.

El curso pasado nos tocó discutir sobre la inclusión de alumnos con necesidades educativas especiales en centros ordinarios. Algunos dedujeron de este hecho que se cerraban los centros de Educación Especial, nada más y nada menos. Pocos sabían que la decisión fue obligada después del tirón de orejas que nos dio Europa porque España vulneraba el derecho a la educación de algunas personas que, sencillamente, aprenden de manera diferente.

Ni rastro de la polémica ya.

No es tendencia.

Probablemente la mayoría de nosotros no sabemos dónde están esos alumnos, haciendo qué, con qué ayudas (o no), cómo se sienten ni cuántos colegios de Educación Especial han cerrado sus puertas.

¿Se imaginan que cerraran porque ya no fueran necesarios? No, mejor que se transformaran en coles e institutos sin etiquetas. ¿Se imaginan?

Ya me estoy yendo.

Ahora nos toca el escándalo de pasar de curso con suspensos.

¡Con suspensos!¡ España se va al garete!

Cada vez que una nueva ley nos adelanta por la derecha, nos echamos las manos a la cabeza unos. Cuando nos adelanta por la izquierda, nos echamos las manos a la cabeza otros.

Y ni unos ni otros nos tomamos la molestia de leerlas.

Les confieso una cosa: la mayoría son muy pero que muy muy parecidas.

De hecho, antes de la polémica ya se podía pasar de curso con suspensos. Bastaba con que los tutores legales de un menor así lo decidieran.

Y hay formas muchísimo más sutiles. Se llaman “poner exámenes de nivel eme de Madrid que convierten al alumno en incapacitado o en tirano”, “hinchar notas para que mi cole suba unos puestecillos en el ranking” o “limpiar asignaturas porque los padres nos la van a liar o porque pobrecillo/pobrecilla/pobrecille”.

Seguro que ustedes conoce alguna estrategia más que podrían hacernos llegar, si no les importa.

Pero no, que ya me estoy yendo otra vez.

Conclusión: que discutir por esto es tan ridículo como discutir por aquello y por lo anterior.

Porque, en realidad, la polémica debería centrarse en dialogar (que no discutir) sobre asuntos como quién suspende cuando un porcentaje tan alto de niños y adolescentes suspende, qué suspende un niño o un adolescente cuando suspende, por qué ha suspendido y, sobre todo, qué mecanismos se tienen que poner en marcha sí o sí para solventar la situación.

Este es el verdadero debate.

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